Hace poco más de un año Sergio y yo descubríamos el universo bloggero. Desde que nos conocemos, que ya son unos cuantos años, nos ha encantado conversar de múltiples temas, aunque casi siempre con la Psicología de por medio. Pocos días atrás cumplimos un año en el blog, y dimos buena cuenta de ello regalando varios trozos de tarta a nuestros seguidores y visitantes.
Son varios años ya los que han pasado desde la explosión de los blogs en Internet. Mientras los capitanes de barco han apuntado desde tiempos inmemoriales sus incidencias y desarrrollo de viajes en sus cuadernos de bitácora, los diarios en en la red han permitido múltiples oportunidades de expresión a millones de personas en todo el mundo. Muchos de los blogs empezaron como una recopilación de artículos de autores ajenos (todavía hay muchos de ese estilo), o bien cuadernos personales donde se iban anotando las vivencias del día a día.
Con el tiempo la blogosfera se ha llenado de páginas de todo tipo: personales, profesionales, de ayuda, blogs corporativos, o webs temáticas, donde podemos encontrar infinidad de información, opinión y documentación de todo tipo. También se han convertido en punto de enlace para transmitir o retransmitir información, aunque con el auge de las redes sociales, esta utilidad quizás ha pasado a un segundo plano.
Pese a que muchos auguran el fin de la era de los blogs con el nacimiento de estas redes y del mal llamado microblogging (ej: twitter), no cabe duda que son incontables los blogs que nos podemos encontrar en la telaraña electrónica. Nosotros en este año hemos tenido la oportunidad de contactar, aunque sea de forma virtual, a enormes profesionales que de otra manera nos hubiera sido muy difícil conocer. Incluso es muy habitual que trabajadores de diferentes empresas tengan sus propios blogs, aunque todavía existan organizaciones blogalifóbicas.
Pero todo lo que trae ventajas también conlleva problemas. El primer fenómeno problemático conocido fue el del spam (todavía en vigencia), donde se envían correos electrónicos masivos. Pero uno de los grupos más conocidos en los foros son los “trollers”, que son personales que se dedican a hacer spam, llamar la atención o polemizar con el fin único de llamar la atención o de hacer publicidad de su sitio web, en muchas ocasiones de dudoso contenido.
Después de un cierto tiempo conectado a las redes sociales y profesionales, he detectado que muchas personas usan estas herramientas como un método de elevar su autoestima. Seguro que todos hemos conocido (y también eliminado de nuestros contactos) a personas que inundan el muro de facebook o el timeline de twitter con contenidos varios y que agregan al mayor número posible de amigos o seguidores. En algunas ocasiones estas personas pueden llegar a sentirse mal si sus posts no son comentados, o si los comentarios no son del todo favorables, es decir, basan su autoestima en estos fenómenos como muchas veces un aficionado al tunning puede basar su ego en la cantidad de piezas agregadas a su coche.
En la blogosfera, aunque se trata de un medio menos inmediato que el de las redes sociales, el fenómeno es parecido. No cabe duda de que cuando nos leen, seguramente nos sentimos bien: con alguna probabilidad hemos aportado algo que resulta interesante a los lectores, logramos más suscriptores y seguidores en twitter, y de alguna manera nos hacemos un poquito más protagonistas.
Más allá de los posibles fines lucrativos de un blog (realmente pocos pueden decir que vivan de él), el fenómeno de los “followers” se ha generalizado, tanto en el uso del sustantivo como en el de los lamentos y suspiros por conseguir más (“Ojalá tuviera tantos followers como tú…¿cómo lo haces?”; “Mi madre, que cantidad de seguidores y visitas tiene esta persona, voy a seguirlo a ver si se me pega”). Lo problemático es que dependamos de ellos para que nuestra valoración de nosotros mismos sea directamente proporcional a la cantidad de visitantes, suscriptores o seguidores.
Aunque el término “narcisismo” no sería del todo aplicable a este fenómeno (sobre todo porque la palabra implica egoísmo, y la filosofía 2.0 implica compartir y colaborar), bajo mi punto de vista sí existe un narcisimo digital o ego 2.0, donde la persona depende de su popularidad en la red para sentirse mejor: si tengo más fotos etiquetadas en Tuenti, soy más “guay”, si me retuitean en twitter, soy el amo del mundo, etc…Los rankings también ayudan, en cierta manera a incrementar este narcisismo (“estoy en el puesto 7 de la lista de más leídos, he aparecido en el ranking de los más seguidos”, etc. Desde luego, la inmensa mayoría las personas que escriben en la red no tienen estas características pero…
¿Crees que de alguna manera los posts te suben la autoestima? ¿te sientes mejor cuantos más seguidores tienes? ¿en qué medida le das importancia a todo esto? ¿usas Internet como un medio o como un fin en sí mismo?
Oliver Serrano Léon
Viñeta: Forges