¿ME PARO PARA FORMARME?

Los últimos días han sido especialmente productivos con el maravilloso debate generado en el post donde hablábamos del rechazo de ofertas de trabajo por parte de personas que están en desempleo.

A raíz de esta circunstancia he estado reflexionando sobre una circunstancia que va un poco más allá de este debate y que paso a compartir:

Una de las cuestiones en las que se hace especial énfasis por parte tanto de las instituciones como por parte de las personas que nos dedicamos a la orientación laboral es la formación, bien para una posible recualificación profesional, para una mejora de nuestras posibilidades de empleabilidad o bien para actualizar conocimientos o establecer contactos con los alumnos.

Queda claro que actualmente se invierten muchísimos recursos en actividades formativas y que las posibilidades son muchas (hace ya unos meses hablábamos de la nueva ordenación de la formación ocupacional, que se une con la formación continua y pasa a llamarse formación para el empleo).

He visto recientemente en las sesiones de orientación dos personas con perfiles y características muy diferentes, pero ambos con los mimos objetivos: formarse.

La primera persona, a la que llamaremos Laura, es licenciada en Económicas y ha estado trabajando los últimos 18 años en la misma empresa, una corporación bastante conocida en el lugar donde reside que se dedica a la importación y venta de vehículos y al tránsito de aduanas. Su puesto de trabajo se situaba en la jefatura de RRHH, aunque había desarrollado muchas más funciones (por ejemplo, jefatura de ventas, control de stocks, etc). Después de todo este tiempo, fue “víctima” de un ERE, al igual que algunos de sus compañeros. Actualmente tiene 2 años de paro y desea tomarse este tiempo para formarse en algún master de RRHH o similar.

Por otro lado, la segunda persona a la que llamaremos Gabriel, es muy joven y ha estado trabajando los últimos años como peón de albañil. Siempre tuvo muy claro que esa no era su vocación, logró terminar sus estudios de ESO a través de un centro de adultos. Recientemente se ha quedado en situación de desempleo, cobra prestaciones hasta mitad del año que viene y su objetivo es aprovechar este tiempo para formarse en el área de Imagen Personal (concretamente peluquería) y una vez hecho esto montar su propio negocio.

Como vemos, en los dos casos los objetivos están muy claros: por un lado formación para ampliar conocimientos y mejorar la empleabilidad, y por el otro, una actividad formativa de recualificación con el fin último de autoempleo. También hay que aclarar que a estas personas no les urge encontrar empleo ya que tienen suficientes ingresos entre la prestación y el apoyo de familiares.

La pregunta surge a partir de este momento, ¿Es lícito “aprovechar” todo el tiempo que tenemos de prestaciones para formarnos? ¿Deberían estas personas priorizar sus acciones en la búsqueda de activa de empleo? O por otro lado ¿Es coherente este tipo de actividades con el estereotipo de desempleado “vago”, si pensamos que desde casi todas las instituciones se insiste que el futuro está en la formación y la cualificación? ¿Te formarías en situación de desempleo?

Oliver Serrano León

¿CÚANTO VALE TU TRABAJO?

Uno de los asuntos que más trae de cabeza a los trabajadores en estos tiempos de crisis es el dinero que se cobra en los empleos ofertados en el mercado de trabajo. Hace ya bastante tiempo que los salarios han dejado de ser sal, (en el Imperio Romano valía su peso en oro), y el sueldo es uno de los criterios escogidos como más importantes a la hora de tomar una decisión sobre una oferta laboral.

Desde que se publicó en el diario El País el artículo sobre los mileuristas, mucha gente fue consciente de que una gran cantidad de personas con una titulación universitaria, con conocimientos de idiomas y de informática trabajaban en puestos que requerían una cualificación muy inferior a la que tenían, y por ende, significaban un sueldo muy inferior a las expectativas de estos jóvenes.

Pero ese no es el mayor problema. Lo peor viene cuando uno de estos titulados, después de una ardua búsqueda, consigue un contrato que corresponde con su nivel de titulación y unas funciones cercanas a lo que se espera de esa cualificación, pero se encuentra con la sorpresa de que su nómina supera por poco los mil euros.

Podemos encontrar en los intermediarios habituales de empleo ofertas de trabajo que piden mucho y dan poco (por ejemplo: “Se Busca Diplomado en Empresariales, con conocimientos de contabilidad, manejo de programas de gestión y experiencia. Disponibilidad para trabajar en jornada partida. Ofrecemos alta en Seguridad Social y sueldo acorde al puesto”.) La verdad es que siempre me ha hecho gracia que nos ofrezcan el alta en la S.S. como “incentivo”.

Gracias al trabajo que he venido desarrollando como orientador laboral, he podido estar al tanto de las retribuciones que se ofertan en los distintos sectores. Una de las mayores sorpresas que me he llevado ha sido cómo muchas personas que no tenían ningún tipo de cualificación cobraban unos sueldos muy por encima de lo que percibían titulados universitarios. En ocasiones, he visto cómo la hora de un personal de limpieza vale lo mismo que la de un profesor que da clases a alumnos de Bachillerato, o cómo la hora de un peón de albañil vale más que la de un jefe contable de una mediana empresa.

Por poner un ejemplo más cercano, un fontanero me cobró el otro día 150 euros por un trabajo de desatasco que no duró más de 20 minutos. Al preguntar a este profesional por el motivo de sus altas tarifas, me comentaba que tenía que hacer frente a los gastos de la máquina, que era carísima; la tarifa era fija, tardara 10 minutos o 40. Luego me enteré que en la zona donde trabajaba esta persona apenas tenía competencia, con lo cual podía tener mucha más libertad a la hora de poner precios a su servicio.

No es mi intención, ni de lejos, infravalorar el trabajo de sectores con menos cualificación o que requieren un mayor esfuerzo físico que intelectual, pero

¿Crees que tu trabajo está bien valorado económicamente?

¿Se valora más el trabajo físico que el intelectual?

Oliver Serrano León