¿QUÉ QUIERES SER DE MAYOR?


Hace unos días leía con interés una entrada de José Miguel Bolívar en su blog Optima Infinito acerca de las listas de “algún día/tal vez”, dentro de la metodología GTD para el desarrollo de la productividad. Dice José Miguel que podemos usar estas listas para anotar todos aquellos proyectos que tenemos en mente; seguro que en la actualidad no tenemos tiempo para dedicarles a todos ellos, pero tampoco queremos que caigan en saco roto y el uso de estas listas ayuda bastante.

Pero no voy a hablar de esos “algún día/tal vez”, en el contexto del GTD, porque para eso José Miguel lo hace ya muy bien. Quiero hablar de esos proyectos que muchos de nosotros tenemos, ya sean más “vitales” o existenciales, laborales o de otra índole. Algunos puede que más realizables o asumibles que otros, pero en el fondo, siempre nos ronda en la cabeza alguna idea

Si nos centramos en los proyectos en el ámbito laboral, pensemos desde qué momento empezamos a pensar en ellos: cuando los niños van creciendo y ya tienen una cierta edad, se les formulan algunas preguntas que han pasado a ser prototípicas: ¿Te portas bien en el cole? ¿Qué te han traído los reyes?, pero sin duda, una de las preguntas estrella es ¿qué quieres ser de mayor?

Las respuestas suelen apoyar fielmente a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado (ej: policía), apoyan el sector del transporte, sobre todo el aéreo (ej: piloto), promueven la actividad física saludable y bien remunerada (ej: futbolista) o dan rienda suelta a la fantasía y ciencia ficción (ej: Superman, Batman…). Son profesiones a los que muchos de nosotros aspiramos cuando somos pequeños, en gran medida porque a esa edad, aunque no sepamos expresarlo correctamente, sabemos que son empleos con un status reconocido y bien remuneradas.

Pero con el paso del tiempo, muchas de esas expectativas se ven frustradas por varias razones: impedimentos económicos, frustradas vocaciones, fluctuaciones del mercado laboral, etc. Algunos consiguen los objetivos que se planteaban desde que apenas pasaban del metro de altura, y sin embargo, otros no llegaran nunca a pilotar ese avión que soñaban.

A pesar de esto, todos en mayor o menor medida desarrollamos nuestra carrera profesional. Nos decantamos por aquello que nos gusta, lo que está moda, lo que hacen nuestros amigos o lo que sueñan nuestros padres. Poco a poco, nos vamos estableciendo como trabajadores por cuenta ajena o emprendiendo un negocio, ganamos nuestros primeros sueldos y los invertimos como vamos creyendo conveniente.

Podríamos decir que con esos pasos satisfacemos la base de la pirámide de Maslow: con nuestro trabajo y la remuneración que conlleva cubrimos la dos primeras partes de la jerarquía: las necesidades fisiológicas y de seguridad. ¿Pero qué ocurre con las dos necesidades que se encuentran en el punto más alto de la pirámide?

El trabajo es una manera de sentirse reconocido y realizado. No debería ser la única (aunque por desgracia lo es para algunos, sobre todo para los workaholics), y hay muchas otras facetas con las que completar esas necesidades. No hay que pensar en el trabajo como un concepto cerrado: podemos considerar parte de un trabajo escribir un blog sobre algo que nos gusta, y sentirnos perfectamente realizados con ello.

Sin embargo, en muchas ocasiones no logramos realizarnos con nuestro empleo porque, simplemente, no hemos logrado nuestros objetivos. Sí, tenemos un trabajo, pero éste no logra cubrir nuestras expectativas laborales. Tenemos metas por alcanzar, damos mil vueltas, a los proyectos e ideas en nuestra mente pero a veces se quedan en eso, en meros proyectos por hacer. ¿Y si hacemos un esfuerzo por lograr aquello que nos proponíamos de pequeños? Quizás ya no puedas ser un afamado guitarrista de rock, pero sí que puedes dar clase de guitarra y transmitir lo que sentías al oír esa música que tanto te gustaba.

¿Qué quieres ser de mayor?

Oliver Serrano León