Dentro de poco van a cumplirse 10 años de la implantación de la Ley 39/1999, de 5 de noviembre, para promover la conciliación de la vida familiar y laboral de las personas trabajadoras (BOE nº 266 de 6 de noviembre de 1999).
No cabe duda de que en los últimos años se han hecho esfuerzos, tanto en materia legislativa como de inversión y promoción publicitaria en lo que se refiere a la conciliación de vida laboral y familiar. Desde hace ya algunas décadas el modelo productivo y el mercado de trabajo han cambiado de forma sustancial, afectando estas diferencias a la compatibilidad entre trabajo y atención a la familia.
¿Qué cambios importantes se han producido estos años? Si revisamos la ley a la que hacíamos referencia al principio, nos damos cuenta que las principales novedades tienen que ver con el proceso de maternidad y paternidad, favoreciendo, por ejemplo que ambos progenitores puedan compartir el permiso. Pero no vamos a entrar a analizar esta cuestión, aquí, sino que vamos a ir un poco más allá. ¿Se ha hecho algo más para la conciliación?
Hace ya tiempo que en las televisiones se han puesto de moda programas de corte documental donde se analiza la vida de los españoles en otros países (por ejemplo “Españoles en el mundo”, de TVE 1 o “Callejeros Viajeros” de Cuatro). En este tipo de emisiones tenemos la oportunidad de conocer cómo se adaptan ciudadanos de nuestro país, y en muchas ocasiones relatan como es su vida laboral allí.
Una de las cosas que más me ha llamado la atención es los comentarios acerca de los horarios laborales: “Echo de menos España por sus costumbres, gastronomía, mi familia…pero no me plantearía volver porque los horarios laborales allí son una locura y no podría tener vida familiar”.
Recuerdo un caso en concreto de una mujer de mediana edad que residía en Holanda: “Aquí hacer más horas de las que te corresponden está mal visto, a la hora que toca se sale de la oficina, ni más ni menos”; en esta ocasión, además, esta persona tenía un horario reducido para poder atender a sus hijos.
Es raro que en Europa los horarios laborales vayan más allá de las 5 de la tarde. Se suele entrar a las 9, con un pequeño descanso a mediodía para el “lunch”, y los horarios se respetan escrupulosamente. Pero claro, “Spain is diferent” y aquí se entra a primerísima hora, teniendo que dejar a los niños en el colegio con las legañas pegadas, los horarios son a turno partido (aquí no hay lunch, es un almuerzo como Dios manda) y a saber a qué hora los podemos ver por la tarde o por la noche.
De alguna manera, creo que en este aspecto no somos nada europeos, cuantas más horas se hagan de oficina mejor vistos estamos (aunque no produzcamos más, incluso a veces menos) y tenemos diferentes costumbres de alimentación y de trabajo, y de nada ayuda para la conciliación. Se habla mucho de ella, pero ¿dónde está realmente? ¿Qué medidas podemos tomar para mejorarlo?
Oliver Serrano León