En este mes de febrero, como ya es tradición, se celebra en la ciudad de Santa Cruz de Tenerife (http://www.santacruzmas.com/), el que es considerado por muchos expertos como el mejor carnaval europeo y quizás del mundo junto al de Brasil.
Aunque les separan muchas diferencias, destaca principalmente el hecho de que el carnaval tinerfeño no está hecho por profesionales, como sí sucede en el carnaval carioca con las escuelas de danza. Las personas que conforman los grupos del carnaval chicharrero abarcan todas las profesiones (peones, peluqueros, médicos, ingenieros, periodistas, banqueros, camareros,…)
Esta fiesta es una herencia muy bien custodiada por el tinerfeño, el cual se siente muy orgulloso de su más importante celebración popular. Se trata de una evolución de las antiguas “Fiestas de Invierno”, que en época de posguerra se caracterizaban por circunscribirse a la celebración en recintos cerrados, prohibiéndose la exhibición de disfraces y caretas en vía pública. Fue, gracias a la perseverancia de los antiguos carnavaleros, que tras tener que correr delante de la autoridad, la cual les obligaba a quitarse las máscaras y disfraces ( para luego, según cuentan los viejos del lugar, volver a colocárselos en las siguiente esquina) que la fiesta perduró para terminar convirtiéndose en lo que es hoy, una fiesta celebrada principalmente en la calle, considerada de interés turístico internacional, y una cita anual obligada en la que las bromas y el carácter afable y creativo de los tinerfeños aflora en cada esquina.
En la actualidad, a la celebración festiva en la vía pública, le anteceden múltiples concursos de las diversas agrupaciones del carnaval. A las ya conocidas comparsas, les acompañan las murgas, las rondallas (único carnaval que las posee) o las agrupaciones musicales ( nacidas de la unión de familias enteras que salían juntas en el carnaval).
Cualquiera de estas agrupaciones comparte con cualquier grupo de trabajo de una organización muchas de sus características: se trata de conjuntos de personas organizadas ( poseen un presidente, un director, ..) que comparten una serie de valores y que poseen unas metas comunes a la que orientan su actividad.
Pero lo más sorprendente de cualquiera de estas agrupaciones es el hecho de que durante más de cinco meses ensayan durante varias horas al día, tras la jornada laboral de sus componentes, finalizando en muchas ocasiones, bien entrada la noche. Además es importante destacar que estas personas no reciben ningún sueldo (a diferencia de los venecianos que exhiben sus trajes de época en los carnavales de su ciudad) sino pequeñas subvenciones cuyos importes no son suficientes para pagar las fantasías que muestran en sus concursos y cabalgatas de la calle.
Por tanto, estamos ante grupos ( a veces con más de cincuenta componentes) que bajo mi opinión, poseen un alto grado de motivación y compromiso, a los que no les importa invertir grandes cantidades de su tiempo, esfuerzo e incluso dinero, por poder salir durante unos días en su carnaval.
¿ Es posible que el carnavalero tinerfeño, consiga con esta actividad el nivel de autorrealización del que nos hablaba en su teoría motivacional Maslow, y ahí radique la explicación de su alta implicación?
¿Se podría conseguir este grado de motivación y compromiso en nuestras empresas cuando muchos empleados no se quedan un minuto más de su hora de salida?
Quizás, si cada uno de nosotros descubre y se centra en lo que más le gusta de su trabajo y dedicamos a ello toda nuestra energía nos sintamos más motivados y comprometidos.
Como bien decía mi padre “Cuando algo te gusta, por mucho esfuerzo y horas que dediquemos en llevarlo cabo no será nunca un sacrificio para ti sino un placer”
Sergio Martín Corzo