¿NOS ENGAÑARON CON LA FORMACION UNIVERSITARIA?
Estas personas, nacidas en los años 40, 50 y 60, nos inculcaron cuando éramos pequeños lo importante que era estudiar una carrera para tener un buen futuro, ya que sin formación no íbamos a llegar a ninguna parte. Muchos de ellos trabajaron el doble y se endeudaron con el fin de poder pagarnos la matrícula de la Universidad. Nosotros, los que acabamos la carrera en los años 90, ya percibíamos de alguna manera que una carrera quizás no era suficiente, así que tirábamos un poco más del bolsillo de los progenitores o de nuestros ahorros para pagarnos un buen master.
En resumen, éramos jóvenes y supuestamente altamente cualificados. Teníamos la idea de que con ese master accederíamos al mercado de trabajo con menor dificultad y podríamos conseguir un puesto de trabajo acorde con nuestra formación y nuestras expectativas. Pero al comenzar a buscar trabajo, muchos veíamos una de las mayores dificultades: todos aquellos que habíamos decidido estudiar una carrera no cabíamos en ese mercado de trabajo; los abogados empezaban a trabajar de administrativos en gestorías, los diplomados en turismo de botones o recepcionistas en cualquier hotel, los psicólogos de educadores o auxiliares de pisos tutelados, los físicos, biólogos o químicos dando clases particulares en domicilios, etc…
Todo esto me recuerda a lo que ha pasado en el sector de la construcción: mucha oferta de pisos para poca gente que quiere comprar. ¿Hay crisis también en la formación?
Por otro lado, nuestros padres no conocían en aquella época los conceptos de aptitudes, actitudes, saber hacer, saber ser….que hoy en día tienen vital importancia en los procesos de selección de personal. En la actualidad se tienen en cuenta otros muchos factores independientemente de la carrera que hayamos estudiado: el que tengamos una carrera terminada no significa que sepamos cómo ejecutar las tareas, dominio de habilidades sociales o que poseamos la imagen que nos pide la empresa. El problema es que este tipo de habilidades y competencias, por lo general, no se enseñan en la universidad.
En último lugar, desde hace bastante tiempo hemos asistido a una separación radical del mundo de la empresa y la Universidad: muchas titulaciones están desfasadas, las prácticas son escasas y en general, lo que nos encontramos en el mercado dista mucho de lo aprendido en la carrera, obligándonos a aprender muchas cosas por nuestra cuenta o a través de la formación ocupacional.
En resumen, tenemos por delante el objetivo de superar una crisis, pero no sólo la económica, sino una crisis del sistema universitario que ha provocado que cientos de miles de jóvenes titulados no encuentren su sitio en el mercado. Los objetivos son claros: evitar la masificación de titulados y conseguir una mayor adecuación de las competencias de éstos con respecto a las demandas de los empresarios.
¿Será posible?
O.S.L.