ORIENTACIÓN LABORAL PARA POBRES
La pérdida de empleo es uno de los problemas que mas preocupan a los españoles en la actualidad. Las cifras asustan cada vez más y disminuye el número de personas de población activa que tienen trabajo, y por ende, el número de desempleados inscritos en las oficinas de empleo no hace más que crecer.
- Quéjate para hacer catarsis, pero no te pelees con el mundo. Tu situación es muy probablemente injusta, pero estar frustrado por la situación no te va a ayudar demasiado.
- Tómate un minuto para plantear cuáles son las prioridades ¿te puedes permitir unas semanas pseudosabáticas para proyectar objetivos? ¿o, por otro lado, te hacen falta ingresos ahora mismo?
- Si la situación es urgente, hay ciertos sectores que, por muy mal que esté el mercado laboral, dan más facilidades que otros para encontrar un empleo, como por ejemplo la hostelería. No es momento éste de pensar en retomar vocaciones pasadas o emprender un proyecto innovador. No pienses en el sueldo, piensa en seguir integrado en el mercado, siempre y cuando ese sueldo cubra los gastos básicos. Hay recursos que pueden ayudar a conseguir algo a corto plazo, como ETT (aunque están muy saturadas de solicitudes) o empresas de promociones, reposiciones en hipermercados. Cuanto peor sea el horario de trabajo y mejor tu disponibilidad, más fácil será.
- Por otro lado, no te cortes en pedir ayuda. Uno de los males mayores de nuestra cultura es que, por un lado hay que ayudar a los demás y poner la otra mejilla, pero a la hora de pedir un favor nos cuesta una barbaridad, por aquello del que dirán…: Haz lo contrario y olvídate por un momento de ti ego u orgullo: que todo el mundo sepa tu situación.
- ¿No tenías Internet hasta ahora, o solo lo usabas para descargar pelis (perdón, copias se seguridad de los originales)? Plantéate entrar en la red como una buena inversión de tiempo y dinero. Aunque España es de los países en donde es más cara la red, merece la pena. Ya no se trata de que te apuntes a cientos de páginas de empleo y te hartes de rellenar perfiles profesionales; intenta hacer algo de contacto con antiguos amigos o profesionales mediante las redes sociales. En Internet encontrarás información muy útil de cómo hacerlo. Si no tienes ordenador o te resulta muy cara la conexión, verás que más cerca que donde crees hay conexión gratuita que puedes aprovechar (asociaciones de vecinos, ayuntamientos, centros culturales, etc…)
- Paralelamente, no tardes en pedir información de posibles ayudas económicas a las instituciones para paliar en algo la situación, pero recuerda; son ayudas y no van a estar ahí siempre. Siempre es mejor estar trabajando y tener nómina a fin de mes.
- En relación a los dos últimos puntos, aprovecha todos los servicios gratuitos que te ofrezcan en tu lugar de residencia: servicios de orientación e inserción laboral, mediadores de empleo.
No es mi pretensión establecer unas pautas determinadas para la búsqueda a corto plazo, ni mucho menos. Sólo quiero poner sobre el papel que estas personas existen, y seguro que a tí también se te ocurren algunas ideas ¿cuáles son?
QUIZÁS HEMOS HECHO COACHING SIN SABERLO
Recuerdo que la primera vez que oí hablar de coaching fue sobre el año 2004, cuando estaba impartiendo el curso de Gestor de Formación para el Servicio Canario de Empleo junto con mi compañero Sergio. En el temario del curso se situaban las figuras del coacher, del mentor y otras relacionadas. La primera definición de coaching que vi era algo así como “metodología usada para facilitar la consecución de objetivos o desarrollo de habilidades específicas de una persona o un grupo de ellas” (muy similar a la definición que aparece en la wikipedia).
SALIDAS LABORALES: ¿JUGAMOS?
Hace unas semanas mi antigua compañera de trabajo y amiga Águeda Acosta me solicitó si podía colaborar en el curso de “Técnico de Formación” que está impartiendo a un grupo de desempleados en Santa Cruz de Tenerife. Para mi ha sido una maravillosa experiencia poder volver a compartir un proyecto común con Águeda, una maravillosa profesional de la orientación y de la formación, y volver a trabajar con el colectivo de personas desempleadas como hice durante 4 años, tiempo atrás.
Una vez superadas los trámites administrativos del servicio público de empleo necesarios para que un ponente externo pueda participar en un curso, la idea inicial que nos planteamos, era la de intentar reflejar con el caso real de la empresa para la que trabajo cómo se elabora un plan de formación. A pesar de que habían recibido la formación teórica de cómo realizarlo estaban muy expectantes de confirmar lo que sabían.
YO SOY ERASMUS !QUÉ SUERTE!
¿QUÉ HACEMOS LOS ORIENTADORES SI SE LOGRA EL PLENO EMPLEO?
El pleno empleo ha sido, y con casi total seguridad será en un futuro, una de los objetivos de muchos gobiernos y una gran arma electoral de cara a maximizar la riqueza del país y de los ciudadanos, especialmente con la implementación de políticas macroeconómicas keynesianas. Por otro lado, conseguir, mantener o mejorar el trabajo es en la mayoría de las ocasiones una de las mayores preocupaciones de los ciudadanos, y en épocas de crisis, está elevada a la máxima potencia.
El término hace referencia a la equivalencia entre demanda y oferta de empleo, donde la tasa de desempleo sería 0. En todo caso, habitualmente se suele aceptar una cifra superior (habitualmente en torno al 5%), ya que se da por hecho el fenómeno del paro friccional, en donde se sitúan aquellas personas que van a cambiar de trabajo y aquéllas que no trabajan porque no encuentran un empleo que satisfagan sus necesidades en ese momento.
Hasta aquí queda más menos todo claro. Pero recuerdo a uno de mis profesores del curso de Orientador Profesional y Promotor de Empleo y una de sus frases que más me impactó: “Realmente no nos interesaría alcanzar el pleno empleo”. No dudamos en preguntarle cuáles eran los motivos de tal afirmación, y su respuesta venía a decir algo así como “Piensen entonces que pasaría con las personas que trabajan en las oficinas del INEM y todos los orientadores de los Servicios de Empleo, además de otros profesionales vinculados a este tipo de servicios”. Claro, un razonamiento rápido nos permite predecir que si la tasa de paro es 0, no hay necesidad de oficinas de empleo, orientadores, ni trabajadores afines.
Este argumento es una gran falacia y se cae por su propio peso: por muy ideal que fuera la situación, existiría un paro friccional con este tipo de profesionales. Las oficinas de empleo seguirían haciendo falta para que para que los técnicos, orientadores, administrativos, etc…dedicados a trabajar habitualmente con desempleados se inscribieran como demandantes, lo cual conlleva que deberían seguir existiendo personal para atendernos en esas oficinas que tampoco podrían desaparecer.
Pero hagamos un ejercicio de imaginación y pensemos por un momento que no hacen falta orientadores: todas las personas tendrían trabajo, y las que no lo tuvieran en ese momento sabrían que lo van conseguir en poco tiempo y no les supondría ningún problema económico. ¿Qué haríamos en ese caso si trabajamos en servicios de orientación para el empleo?
Lo primero que se nos puede ocurrir es que nos iríamos al paro (cosa que en todo caso, ocurre con muchos dependiendo del tipo de servicios que estemos hablando, aunque sea por unos pocos meses al año). Según lo expuesto anteriormente, sería muy razonable pensarlo. Pero si no hay orientadores debido a que ya no hacen falta en el ámbito de la intermediación laboral…¿Quién nos orientaría a nosotros? ¿Se cumpliría el refrán “En casa del herrero, cuchillo de palo”?
La segunda situación sería algo mejor. No nos quedaríamos en situación de desempleo, pero nuestras funciones no serían las mismas, ya que hemos dicho que nos encontramos con un panorama idílico donde no existiría el desempleo. ¿Qué tipo de tareas pasaríamos a desempeñar? Dejo aquí unas cuantas ideas
– Ayudar en la mejora de empleo y la formación.
– Potenciar la carrera profesional del usuario.
– Orientar en el establecimiento de autónomos y empresas.
– Informar sobre procesos selectivos de Empleo Público.
– Asesorar y/o informar sobre derechos laborales.
¿Qué más podríamos hacer en esta situación imaginaria? ¿Pisaríamos las funciones de otros profesionales como coachers y mentores? Pensémoslo por un momento.
Oliver Serrano León
¿QUÉ SON LOS SERVICIOS OPEA? (II): EL PERFIL DEL ORIENTADOR
Hoy nos dedicaremos a describir el perfil del orientador que nos va a atender en un servicio OPEA. Me gustaría dejar claro que las características no siempre son las deseables en un profesional en orientación, pero sí que son las que exigen los servicios públicos de empleo.
Cuando se publican las convocatorias para las subvenciones en materia de programas de orientación profesional para el empleo y asistencia para el autoempleo, se especifican las siguientes características que debe reunir un orientador:
– Licenciados o diplomados, preferentemente en áreas sociales (casi siempre se habla de licenciaturas en Psicología, Pedagogía, Psicopedagogía o diplomaturas en Trabajo Social, Educación Social, Magisterio o similares).
– También se requiere tener formación o experiencia en las siguientes áreas: realización de entrevistas personales, orientación profesional y utilización de técnicas de comunicación y motivación.
En la realidad laboral, la mayoría de los servicios OPEA están formados mayoritariamente por psicólogos y pedagogos, aunque también se encuentran profesionales formados en los estudios anteriormente descritas. En cuanto a la formación complementaria que se requiere, no se habla específicamente de ningún curso en concreto, aunque los más típicos suelen ser: Orientador profesional y promotor de empleo, Introducción a la Metodología Didáctica, Técnico en Formación, Formador Ocupacional u otras acciones formativas con contenidos afines.
Conviene aclarar que los cursos citados pertenecen en su totalidad al catálogo del antiguo Plan FIP; no significa que no se valoren otros cursos, pero al pertenecer a ese catálogo son más fáciles de identificar por parte de las personas que van a seleccionar a los orientadores.
Por otro lado, también se va a valorar en la selección que el candidato a orientador haya desarrollado su experiencia laboral anterior en servicios similares (proyectos de inserción laboral de ayuntamientos, programas para la mejora de la empleabilidad de instituciones concretas, etc…). Habitualmente los profesionales de los servicios OPEA son seleccionados con dos entrevistas: la primera es realizada por la entidad promotora del proyecto (fundaciones, sindicatos, instituciones sin ánimo de lucro, Administraciones Locales…), y una vez superada ésta, deben pasar por el filtro de los Servicios Públicos de Empleo de cada Comunidad Autónoma o de los servicios centrales si no hay competencias transferidas en la materia.
Como toda norma, también en estos casos se dan excepciones: aunque no sea el perfil más prototípico, hay abogados o diplomados en relaciones laborales que han ejercido la orientación laboral (en estos casos pueden aportar conocimientos sobre derecho laboral o información para el autoempleo que los demás orientadores desconocen).
Lógicamente, como decía al principio, la titulación requerida o la formación complementaria que se exige no dan garantías de que el orientador haga bien sus funciones. Para mi opinión, hay dos aspectos fundamentales que se deben contemplar:
– Por un lado, el trabajo del orientador tiene un componente muy importante de carga administrativa (entrega de documentación, justificación de las sesiones con el usuario, y que en general, que los números cuadren, algo que explicaremos más adelante).
– Además, el profesional debe conocer perfectamente los recursos de la zona y mantenerlos actualizados, aparte de tener unos amplios conocimientos de formación, mercado laboral, prestaciones y temas afines.
En todo caso, para mi opinión e independientemente de todo lo anterior, el orientador debería desarrollar competencias de empatía, comunicación, escucha activa y capacidad para la motivación. ¿Añadirías tú alguna más?
Oliver Serrano León.
¿QUÉ SON LOS SERVICIOS OPEA? (I): CREACIÓN DEL SERVICIO
Ya hace tiempo que habíamos prometido hacer un monográfico sobre los servicios OPEA (Orientación para el Empleo y Asistencia al Autoempleo). Aunque llevan ya bastante tiempo implantados en el conjunto del territorio nacional, muchas personas desconocen todavía su existencia, y dado que pueden servir de ayuda a los demandantes de empleo, hablaremos durante unos cuantos posts de estos servicios con el fin de conocerlos mejor.
– Analizar el mercado de trabajo
– Calificar profesionalmente a los demandantes de empleo.
– Realizar planes de formación profesional ocupacional
– Ayudar en la búsqueda activa de empleo
– Elaborar programas mixtos de empleo-formación
– Elaborar planes específicos para la adquisición de experiencia profesional
– Informar y asesoran para el autoempleo
– Impulsar nuevas iniciativas de inserción en el mercado laboral
En el próximo post ampliaremos esta información y veremos de manera más pormenorizada las características de las acciones OPEA, así como las competencias que, según la Administración, deben tener y desarrollar los técnicos en orientación.
YO NO NECESITO ORIENTACIÓN
En los servicios de orientación y asesoramiento para la búsqueda de empleo y mejora de la empleabilidad podemos encontrarnos perfiles muy dispares de personas en situación de desempleo. Da igual como llamemos a estos servicios (OPEA, tutores de empleo, asesores, etc…) pero el hecho es que a diario escuchamos y observamos situaciones personales, muy diferentes de otras, pero con un nexo común, que es necesidad, en la mayoría de las ocasiones (y más aún en los tiempos que corren) de conseguir un empleo.
Tendríamos que escribir muchas líneas para poder describir todos los tipos de usuarios de estos centros o gabinetes, pero eso no es el asunto que me ocupa hoy. Quisiera centrarme en esa persona que entra por la puerta con una cita, y lo primero que nos dice es: “Yo no necesito orientación”. En un primer momento podría parecer que se trata de un trabajo más “fácil” para el orientador, ya que supuestamente el interlocutor nos está dejando que lo tiene todo claro. Pero la realidad no suele ser así.
Aunque en mi caso y en el de la mayoría de los compañeros que conozco, la mayoría de los usuarios que acuden a este tipo de servicios lo hacen con una actitud abierta y bastante receptiva ante la información que le podamos proporcionar, cada cierto tiempo aparecen personas con actitudes algo cerradas y que afirman que ya saben lo que tienen que saber.
Considero totalmente respetable esta postura (no tanto ciertas actitudes); muchas personas pueden tener muy claro lo qué quieren y cómo lo quieren, pero en la mayoría de las ocasiones he observado cómo suele ocurrir todo lo contrario: personas que afirman saber perfectamente cómo hacer su curriculum lo elaboran de forma desastrosa, los que saben qué quieren estudiar confunden cursos de desempleados con ciclos formativos y los que creen saberlo todo sobre las prestaciones desconocen la posibilidad de compatibilizarlas con el trabajo a tiempo parcial, sólo por poner algunos ejemplos.
A posteriori, cuando logramos “vender” el servicio de orientación (nunca es suficiente el marketing que tenemos que hacer), suelen relajarse y cambiar de actitud, agradeciendo la información que les hayamos podido mostrar.
Pero, independientemente de este perfil de desempleados, también es cierto que me he encontrado con gente que verdaderamente está muy puesta al día, conocen perfectamente los recursos y tienen buenas estrategias para mejorar sus puntos débiles o adquirir nuevos conocimientos que la faciliten la inserción laboral. En estos casos intentamos aportar o aclarar alguna información o recurso, pero no es demasiado necesaria nuestra intervención.
Recordemos algunas acepciones del verbo “orientar” según la RAE: Informar a alguien de lo que ignora y desea saber, del estado de un asunto o negocio, para que sepa mantenerse en él o dirigir o encaminar a alguien o algo hacia un lugar o fin determinado. Parece lógico que los orientadores profesionales deberíamos estar haciendo algo parecido a esto: encaminar a las personas al fin último, el empleo, a través de los cauces adecuados. ¿Pero hasta qué punto todas las personas necesitan orientación?.
Hace muy poquito Yoriento nos planteaba en su blog, refiriéndose a su próxima ponencia en el EBE 09, la aparición en las redes profesionales y sociales de muchos gurús de los recursos humanos, que dicen saber mucho cuando en realidad saben poco de nada. Los libros de autoayuda se han convertido en un filón para algunos autores y nos encontramos inmersos en una cultura preventiva en donde todo es mejorable y aunque hoy estemos sanos mañana estaremos enfermos, y creo que en el área de RRHH y similares en ocasiones ocurre algo similar.
Estamos empeñados en mejorar el acceso a la información, la productividad, competencias que nos ayuden en nuestro desarrollo profesional, estrategias de mejora de dinámicas de trabajo, miles de artículos se publican todos los días en revistas y blogs especializados….¿pero realmente todos necesitamos un orientador o un coacher? ¿No estamos, de alguna manera, psicologizándolo o coachizándolo todo?
Oliver Serrano León
EL TRABAJO NO TOCA A TU PUERTA, BÚSCALO TÚ
Hace poco que en Canarias ha comenzado de nuevo el proyecto de orientación laboral OPEA (haremos un monográfico dentro de poco hablando de ello).