¿QUIÉN SE HA LLEVADO MI PROPINA?

Me permito hoy la licencia de apropiarme en parte del título del famoso libro de Spencer Johnson para comenzar el post. Revisando artículos por la red me encontré uno antiguo, de hace unos tres años, del Blog Salmón, que tiene unos excelentes contenidos sobre economía. El autor contaba en clave de humor que se había comprado en una tienda un reproductor digital de música, y como estaba tan contento con el producto iba a mandar una propina del 15% de su valor a los ingenieros que lo habían diseñado.

El término “propina” proviene del latín propinare, («Dar de beber») y se trata de una recompensa generalmente económica que se otorga como agradecimiento por un buen servicio y por el producto consumido. Habitualmente estamos acostumbrados a que se den propinas sobre todo en el sector servicios, y más concretamente en hostelería (camareros, botones, chóferes, etc…). En España suelen ser de tipo voluntario, mientras que en otros países se sobreentiende la obligatoriedad de las mismas, y en parte están establecidas para compensar los bajos salarios de los trabajadores.

Me hizo mucha gracia el artículo al que me refería, ya que creo que a ninguno de nosotros se nos ocurriría dejar una propina a ciertos profesionales (¿alguien le ha dejado una propina al conductor de un autobús urbano, un piloto de línea comercial o el dependiente que nos vende un traje en unos grandes almacenes?). Si bien tenemos muy claro que hay oficios que “merecen” propina y otros no, me gustaría plantear algunas cuestiones al respecto.[]

En primer lugar me gustaría recordar que hace un par de año el ex Ministro de Economía Pedro Solbes afirmaba que los ciudadanos en España «no hemos interiorizado lo que significa un euro y es fácilmente comprobable en el comportamiento al dejar propinas, por ejemplo, cuando se ve que en ocasiones se deja hasta el 50% del valor del producto consumido cuando es bajo”. También comentaba que “no se ha interiorizado que un euro equivale a 166 pesetas aproximadamente y que dejar un euro de propina por dos cafés es exagerado y eso tiene un impacto no cuantificado en el diferencial de inflación de España respecto a otros países de la Unión Europea”.

Si bien es cierto que actualmente estamos en período de deflación, y no parece que las propinas produzcan un aumento de precios encubiertos en estos momentos, hace ya mucho tiempo que llevo preguntándome porque tenemos la costumbre de dar propinas.

En otro post reciente planteaba una discusión acerca de si los trabajos físicos están más valorados que los intelectuales. ¿Nos da, de alguna manera, “pena” del empleado que trabaja detrás de la barra de un bar? ¿Quizás es por pura empatía el que le demos unos euros a la persona que nos hace la mudanza?. ¿Estamos de alguna manera “ayudando” al empresario que paga poco y mal al trabajador?

Queda claro que cada persona tiene sus razones y libertad para dar propina a quien crea conveniente, pero ¿por qué sólo se otorgan a trabajos eminentemente físicos? ¿Merece alguien más que se le de propina por su trabajo?

¿Quién se ha llevado mi propina?

Oliver Serrano León

¿CUÁNTO VALE EL TALENTO?

En un post reciente hablábamos aquí acerca de cuánto vale el trabajo de una persona, y reflexionábamos sobre la valoración que se hace por un lado del trabajo físico, y por otro lado del intelectual.

Hace un par de días han saltado las alarmas en los medios de comunicación con la noticia de la jubilación anticipada del número 2 del BBVA, José Ignacio Goirigolzarri. La entidad financiera ha reservado 52 millones de euros para abonar las pensiones del directivo, a razón de tres millones anuales.

Pero no es éste el primer caso que enciende la polémica sobre los salarios de ciertas personas. Este verano, con el regreso de Florentino Pérez al Real Madrid se generó una gran discusión acerca de lo que costaron los nuevos fichajes. Cristiano Ronaldo costó a la entidad merengue 96 millones de euros y el Barcelona tampoco se quedó atrás y también abonó ingentes cantidades de dinero por sus nuevos jugadores.

Por otro lado, se confirmaba la noticia del fichaje de Fernando Alonso por Ferrari, y se informaba de que el sueldo anual del piloto iba a rondar los 25 millones de euros (también hay que contar con la indemnización a Raikkonen, que tenía contrato vigente, más o menos por la misma cantidad).

Las tres personas de las que hablamos, tienen un indudable talento en sus parcelas: José Ignacio Goirigolzarri llevaba más de 30 años en la entidad (más de 8 en el Consejo de Administración) y ha sido uno de los responsables de los pingües beneficios y expansión de la empresa. Cristiano Ronaldo e Ibrahimovic han demostrado ser, de momento, una inversión rentable si analizamos las estadísticas a estas alturas de la liga; y por último, Fernando Alonso es el único piloto de la parrilla con dos campeonatos del mundo y su profesionalidad y carisma al volante están fuera de toda duda.

Volvamos a las cifras: estas sumas de dinero, para muchos de los mortales, son impensables en la cuenta corriente. Ya sabemos que las empresas están dentro de un libre mercado, donde el principal objetivo es maximizar los beneficios y los movimientos corporativos se rigen por la oferta y la demanda. En este caso, el BBVA puede decidir libremente abonar a este directivo recién prejubilado la cantidad que considere oportuna; el Real Madrid y el Barça pueden pagar lo que consideren justo por un delantero, y Ferrari está en su perfecto derecho de abonar la cantidad que considere necesaria , pero otra cuestión son los aspectos éticos que esto conlleva.

En cualquier caso, una pensión de estas características equivale aproximadamente a 3000 sueldos mensuales de mileuristas durante un año. ¿Demagogia barata? Es posible, pero entonces ¿por qué la entidad financiera se ha planteado cerrar sucursales los sábados para ahorrar costes?

Pero vayamos más allá…¿qué criterios se siguen para remunerar con estas cantidades? ¿Cómo se valora monetariamente el talento? ¿Tiene más talento un alto ejecutivo que el cajero que logra cubrir objetivos mes a mes y logra vender 20 juegos de vajilla a pensionistas? ¿Tienen tanto valor las decisiones de un alto ejecutivo para que se le remunere de esa manera? ¿A cuánto está el kilo de talento?

Lo que si está claro es que este año, en la cena de navidad, estas empresas no podrán decir la muy utilizada y poco sentida frase de “ Ustedes, los empleados, son realmente lo importante para la empresa”

Oliver Serrano León

¿CÚANTO VALE TU TRABAJO?

Uno de los asuntos que más trae de cabeza a los trabajadores en estos tiempos de crisis es el dinero que se cobra en los empleos ofertados en el mercado de trabajo. Hace ya bastante tiempo que los salarios han dejado de ser sal, (en el Imperio Romano valía su peso en oro), y el sueldo es uno de los criterios escogidos como más importantes a la hora de tomar una decisión sobre una oferta laboral.

Desde que se publicó en el diario El País el artículo sobre los mileuristas, mucha gente fue consciente de que una gran cantidad de personas con una titulación universitaria, con conocimientos de idiomas y de informática trabajaban en puestos que requerían una cualificación muy inferior a la que tenían, y por ende, significaban un sueldo muy inferior a las expectativas de estos jóvenes.

Pero ese no es el mayor problema. Lo peor viene cuando uno de estos titulados, después de una ardua búsqueda, consigue un contrato que corresponde con su nivel de titulación y unas funciones cercanas a lo que se espera de esa cualificación, pero se encuentra con la sorpresa de que su nómina supera por poco los mil euros.

Podemos encontrar en los intermediarios habituales de empleo ofertas de trabajo que piden mucho y dan poco (por ejemplo: “Se Busca Diplomado en Empresariales, con conocimientos de contabilidad, manejo de programas de gestión y experiencia. Disponibilidad para trabajar en jornada partida. Ofrecemos alta en Seguridad Social y sueldo acorde al puesto”.) La verdad es que siempre me ha hecho gracia que nos ofrezcan el alta en la S.S. como “incentivo”.

Gracias al trabajo que he venido desarrollando como orientador laboral, he podido estar al tanto de las retribuciones que se ofertan en los distintos sectores. Una de las mayores sorpresas que me he llevado ha sido cómo muchas personas que no tenían ningún tipo de cualificación cobraban unos sueldos muy por encima de lo que percibían titulados universitarios. En ocasiones, he visto cómo la hora de un personal de limpieza vale lo mismo que la de un profesor que da clases a alumnos de Bachillerato, o cómo la hora de un peón de albañil vale más que la de un jefe contable de una mediana empresa.

Por poner un ejemplo más cercano, un fontanero me cobró el otro día 150 euros por un trabajo de desatasco que no duró más de 20 minutos. Al preguntar a este profesional por el motivo de sus altas tarifas, me comentaba que tenía que hacer frente a los gastos de la máquina, que era carísima; la tarifa era fija, tardara 10 minutos o 40. Luego me enteré que en la zona donde trabajaba esta persona apenas tenía competencia, con lo cual podía tener mucha más libertad a la hora de poner precios a su servicio.

No es mi intención, ni de lejos, infravalorar el trabajo de sectores con menos cualificación o que requieren un mayor esfuerzo físico que intelectual, pero

¿Crees que tu trabajo está bien valorado económicamente?

¿Se valora más el trabajo físico que el intelectual?

Oliver Serrano León