¿EL TIEMPO LO ARREGLA TODO?

Hace unos cuantos posts que he dejado un poco de hablar de recursos humanos, organizaciones, etc…y me he dedicado a hacer entradas relacionadas con el comportamiento humano, sobre todo en el ámbito del 2.0. Hoy me gustaría hablar un poco sobre el tiempo.

Una de los conceptos que más ha preocupado a la Humanidad es el del tiempo, más concretamente el cronológico, aunque el meteorológico también nos de quebraderos de cabeza de vez en cuando. El transcurso de los segundos, minutos y horas condiciona nuestras actividades, nos da libertad o también nos limita. El paso del tiempo nos acompaña sin que podamos ralentizarlo, acelerarlo o transformarlo, y el tic-tac del reloj marca nuesros ritmos sin cesar.

Sería imposible vivir sin un concepto claro y un uso más o menos adecuado del tiempo. Si no dejáramos las suficientes horas los garbanzos en remojo antes de hacerlos probablemente quedarían duros, así como si no supiéramos que hora es ni en que día estamos seríamos básicamente “asociales”, ya que no podríamos cumplir normas básicas. Cuando disfrutamos de algo nos gusta “estirar” el tiempo: disfrutar cada minuto de la actividad placentera; al contrario, si estamos en una situación que nos resulta desagradable nos encantaría que el tiempo se comprimiese y pasara lo más rápido posible.

Sin duda, nuestro discurso habitual del día a día está lleno de frases relacionadas con el tiempo. Es muy habitual oír decir, cuando alguien tiene un problema “no te preocupes, con el tiempo todo se cura” o “el tiempo te hará ver las cosas de otra manera”. Por otro lado, es igualmente frecuente que cuando consideramos que se ha cometido una injusticia, o creemos que un culpable puede quedar impune digamos algo así como “el tiempo pondrá las cosas en su sitio”. No es extraño tampoco escuchar “vamos a darnos un tiempo” a parejas que pasan por dificultades, o simplemente usar el tiempo como una excusa (“no puedo, no tengo tiempo”, cuando en realidad muchas veces queremos decir “no quiero, no me apetece”).

Si nos fijamos, lo más curioso del contenido de las frases populares mencionadas es que en todas ellas se atribuye alguna cualidad psicológica al tiempo. Por un lado, cuando hablamos de que el tiempo todo lo cura, atribuimos una cualidad “sanadora” o ansiolítica. Si decimos que el tiempo nos hace ver las cosas de otra manera, estamos atribuyendo una cualidad de pensamiento alternativo, o pensamiento con perspectiva.

La característica común a estas atribuciones es que, de alguna manera, se externaliza la responsabilidad o nuestra actuación en diferentes situaciones vitales. Me refiero a que aplicamos de alguna manera un locus de control externo, al igual que solemos hacer cuando fracasamos en algún objetivo (si he suspendido el examen es porque el profesor me tenía manía, no porque no hubiera estudiado).

Tenemos interiorizado que el paso del tiempo suaviza las cosas, nos da perspectiva, arregla problemas, etc…pero no nos damos cuenta de que el tiempo sólo transcurre, ni más ni menos, y somos nosotros los que debemos asumir diferentes puntos de vista para solucionar problemas. Decía Camilo José Cela que un suceso que ha ocurrido hace siete años se ha convertido en otro suceso. Puede ser cierto. Puede que el transcurso del tiempo nos haga olvidar, nos haga ver las cosas de otra manera, pero no el tiempo no tiene ninguna propiedad psicológica en sí mismo.

Piensa un poco: ¿crees que el tiempo por sí mismo soluciona las cosas? ¿por qué usamos el tiempo como excusa permanente? ¿por qué la atribuimos cualidades mágicas a ese concepto que tanto nos preocupa?

Oliver Serrano León

HISTORIA CONTRAFACTUAL

El otro día usaba el blog para lamentarme de mi próxima pérdida de puesto de trabajo. Sin duda debo dar las gracias por los apoyos y ánimos recibidos en las últimas horas; en los malos momentos es bueno saber que cuentas con personas que desinteresadamente quieren ayudarte de alguna forma.

Es razonable pensar que a partir de ahora hay que mirar hacia el futuro, y como me decía Jose Miguel Bolívar, examinar en qué elementos del futuro podemos influir. Sin embargo bastantes líneas se dedicaban a añorar cuestiones del pasado. Un pasado que, como ya comentaba, había sido un conjunto de buenas sensaciones, de aprendizajes y de maduración personal y laboral.

Todo esto me ha llevado a recordar como empezamos a trabajar algunos de nosotros en la fundación. Dimos con ella porque tenía un gabinete de orientación e inserción laboral (los antiguos GOIP que funcionaban en Canarias hasta hace unos años), y nos recomendaron hacer un curso de orientación laboral. A partir de ahí, todo fue rodado y al año siguiente ya estaba trabajando de orientador (ya hablamos de ello hace algún tiempo).

El proceso puede parecer algo lineal, pero no fue así. Sabemos que en el acontecer de cualquier hecho, y más si cabe en la búsqueda de empleo, influyen numerosas variables incontrolables que junto con la toma de decisiones modulan el resultado final. Las cosas no curren “porque sí”, por azar o por el destino, aunque a veces nos empeñemos en pensar que sí.

Pensar en las decisiones que tomé en aquel momento me he hecho reflexionar acerca de ¿qué hubiera pasado sí…? o lo que es, mejor dicho, hacer historia contrafactual de los hechos pasados. La historia contrafactual, precisamente, es el ejercicio de plantear qué cambios se podrían haber dado en el pasado si algunas circunstancias hubieran sido diferentes. Por poner un ejemplo, podríamos plantearnos qué hubiera pasado con la selección española en el Mundial de 1986 si el gol de Michel hubiera subido al marcador.

Pues lo mismo me planteo yo, pero no por ningún gol, sino por las decisiones que tomé en su día. Recuerdo mi planteamiento en aquellos tiempos, viendo la oferta formativa que había, era la de hacer un curso de informática, materia que siempre me ha atraído. Sin embargo, la técnica del GOIP nos insistió a los psicólogos que allí estábamos que hiciéramos un curso de orientación, porque nos venía muy bien para nuestro perfil.

En el último momento tomé la decisión de hacer ese curso, no sin antes apenarme de no poder hacer el de informática. Por un lado era lógico hacer caso a la recomendación, aunque no tenía ni pajarera idea de que era aquello de la orientación laboral. Aunque la decisión parece ser razonada, podría haber sido muy fácil también haber pasado 300 horas delante de un ordenador aprendiendo a usar correctamente el Office.

¿Qué hubiera pasado si no hubiera hecho el curso de orientación? ¿Estaría hoy donde estoy? ¿O hubiera sido otra fuente de oportunidades diferentes a las que tuve?

Desde luego, nuestro recorrido vital está lleno de dudas, decisiones, encuentros y desencuentros, etc…pero nunca sabemos hasta que nunca un hecho concreto puede mediar en los acontecimientos futuros. Ahora que debo mirar hacia delante, me pregunto en qué medida las circunstancias actuales significan una ventana abierta hacia nuevas oportunidades. Me cuestiono si dentro de unos años haré historia contrafactual en la situación en la que esté en ese momento. Seguramente así, porque aunque no podamos hacer nada para cambiar el pasado, gastamos muchas horas en pensar en lo que pasó, y tenemos menos capacidad para pensar en qué pasará.

¿Cómo lo ves tú? ¿Piensas mucho en qué hubiera pasado si….? ¿o aceptas las decisiones tomadas y los hechos acaecidos sin más? ¿Nos sirve de algo hacer historia contrafactual?

Oliver Serrano León