El otro día usaba el blog para lamentarme de mi próxima pérdida de puesto de trabajo. Sin duda debo dar las gracias por los apoyos y ánimos recibidos en las últimas horas; en los malos momentos es bueno saber que cuentas con personas que desinteresadamente quieren ayudarte de alguna forma.
Es razonable pensar que a partir de ahora hay que mirar hacia el futuro, y como me decía Jose Miguel Bolívar, examinar en qué elementos del futuro podemos influir. Sin embargo bastantes líneas se dedicaban a añorar cuestiones del pasado. Un pasado que, como ya comentaba, había sido un conjunto de buenas sensaciones, de aprendizajes y de maduración personal y laboral.
Todo esto me ha llevado a recordar como empezamos a trabajar algunos de nosotros en la fundación. Dimos con ella porque tenía un gabinete de orientación e inserción laboral (los antiguos GOIP que funcionaban en Canarias hasta hace unos años), y nos recomendaron hacer un curso de orientación laboral. A partir de ahí, todo fue rodado y al año siguiente ya estaba trabajando de orientador (ya hablamos de ello hace algún tiempo).
El proceso puede parecer algo lineal, pero no fue así. Sabemos que en el acontecer de cualquier hecho, y más si cabe en la búsqueda de empleo, influyen numerosas variables incontrolables que junto con la toma de decisiones modulan el resultado final. Las cosas no curren “porque sí”, por azar o por el destino, aunque a veces nos empeñemos en pensar que sí.
Pensar en las decisiones que tomé en aquel momento me he hecho reflexionar acerca de ¿qué hubiera pasado sí…? o lo que es, mejor dicho, hacer historia contrafactual de los hechos pasados. La historia contrafactual, precisamente, es el ejercicio de plantear qué cambios se podrían haber dado en el pasado si algunas circunstancias hubieran sido diferentes. Por poner un ejemplo, podríamos plantearnos qué hubiera pasado con la selección española en el Mundial de 1986 si el gol de Michel hubiera subido al marcador.
Pues lo mismo me planteo yo, pero no por ningún gol, sino por las decisiones que tomé en su día. Recuerdo mi planteamiento en aquellos tiempos, viendo la oferta formativa que había, era la de hacer un curso de informática, materia que siempre me ha atraído. Sin embargo, la técnica del GOIP nos insistió a los psicólogos que allí estábamos que hiciéramos un curso de orientación, porque nos venía muy bien para nuestro perfil.
En el último momento tomé la decisión de hacer ese curso, no sin antes apenarme de no poder hacer el de informática. Por un lado era lógico hacer caso a la recomendación, aunque no tenía ni pajarera idea de que era aquello de la orientación laboral. Aunque la decisión parece ser razonada, podría haber sido muy fácil también haber pasado 300 horas delante de un ordenador aprendiendo a usar correctamente el Office.
¿Qué hubiera pasado si no hubiera hecho el curso de orientación? ¿Estaría hoy donde estoy? ¿O hubiera sido otra fuente de oportunidades diferentes a las que tuve?
Desde luego, nuestro recorrido vital está lleno de dudas, decisiones, encuentros y desencuentros, etc…pero nunca sabemos hasta que nunca un hecho concreto puede mediar en los acontecimientos futuros. Ahora que debo mirar hacia delante, me pregunto en qué medida las circunstancias actuales significan una ventana abierta hacia nuevas oportunidades. Me cuestiono si dentro de unos años haré historia contrafactual en la situación en la que esté en ese momento. Seguramente así, porque aunque no podamos hacer nada para cambiar el pasado, gastamos muchas horas en pensar en lo que pasó, y tenemos menos capacidad para pensar en qué pasará.
¿Cómo lo ves tú? ¿Piensas mucho en qué hubiera pasado si….? ¿o aceptas las decisiones tomadas y los hechos acaecidos sin más? ¿Nos sirve de algo hacer historia contrafactual?
Oliver Serrano León