DIPLOMADOS EN TURISMO EN CANARIAS: ¿EN CASA DEL HERRERO CUCHILLO DE PALO?

La actividad terciaria es uno de los sectores clave de la economía. Consiste en la prestación de servicios a las personas y a las empresas de tal manera que puedan dedicar su tiempo a trabajar o al ocio, sin necesidad de hacer todas las tareas que requiere la vida en una sociedad desarrollada.

Los servicios de ocio y turismo se han convertido en una necesidad, y en una de las principales actividades económicas en las economías desarrolladas, hasta el punto de que en países como España es la principal fuente de divisas y el motor económico de muchas regiones.

En el caso de Canarias, la terciarización económica es indiscutible y las islas tienen gran parte de su población empleada dedicada al sector servicios, más del 70%, especializada en el subsector del turismo. Aunque actualmente el turismo puede verse afectado por la crisis mundial, no cabe duda que es el principal fuente de ingresos de las islas (de manera similar que las Baleares u otras regiones turísticas) es este sector, ya que, por otro lado, el sector primario sobrevive gracias a diversas ayudas y el secundario no está demasiado desarrollado en esta provincia.

Partiendo de esta información, puede parecer bastante lógico que muchos jóvenes, al finalizar sus estudios de secundaria y bachillerato, opten por estudiar un ciclo formativo o una carrera relacionada con el turismo. En el caso de los ciclos, ya sabemos que en la actualidad están bastante bien orientados hacia el mercado laboral y que las expectativas pueden no ser tan altas como las de un licenciado o diplomado universitario.

El problema lo encontramos en la Diplomatura o el nuevo Grado en Turismo. Empecemos con un dato escalofriante: se trata de la segunda carrera con más paro en la Comunidad Canaria (ver los datos en el Observatorio de Empleo de canarias, del Gobierno Autonómico). Los datos son objetivos, pero también sugieren una posible contradicción: ¿Cómo es posible que exista tanto desempleo en ese ámbito si se trata de la principal actividad?

En el servicio de orientación son bastantes los diplomados en Turismo que se hacen la misma pregunta cuando les mostramos las estadísticas en el ordenador. No se lo acaban de creer y se cuestionan las causas de este fenómeno.

Sin intentar ser un gurú ni pretender dar respuestas que solucionen o palien el problema, sí me gustaría aportar una serie de aspectos que intervienen en la situación:

En España, en términos generales, tenemos muy pocos conocimientos de idiomas, y los que conocemos los solemos hablar muy mal. En el plan de estudios de la Diplomatura o del nuevo Grado en Turismo se incluyen el inglés y alemán, pero con un nivel deficitario con respecto a las demandas del empresariado.

Falta de conocimientos o escaso dominio de los programas de gestión habitualmente utilizados en agencias de viajes y hoteles (Amadeus, Noray u otros).

Debilidad en el factor movilidad: la mayoría de la oferta turística de las islas se sitúa lejos de las zonas metropolitanas. Muchos de los trabajadores son reticentes a desplazarse al sur para emplearse en el sector, debido a la lejanía de sus lugares de residencia.

Relacionado con este último, otro problema es la escasa disponibilidad para trabajar durante alguna temporada en el extranjero o península (lo que de alguna manera resolvería el problema de los idiomas o de la movilidad geográfica).

En general, y aunque es algo por desgracia bastante común en todos los estudios universitarios, no se trabajan algunas competencias necesarias para el correcto desempeño del puesto (ej: orientación al cliente ).

Por todos estos factores, y alguno más, en muchas ocasiones se da el caso de que el encargado de selección de un hotel de cierta categoría, prefiera contratar a una persona con total dominio de ciertos idiomas y con facilidad para el uso de programas de gestión que a una persona con un Grado en Turismo y varios cursos de postgrado (los ejemplos los podemos ver en las ofertas de la Fundación Canaria para el Fomento del Trabajo, en las ofertas de Ashotel ).

¿Cómo podemos cambiar las cosas para que se ajuste la oferta y demanda en este sector? ¿Qué aspectos hay que mejorar u optimizar? ¿Nos cuesta a los canarios y españoles en general desplazarnos al extranjero, aprender idiomas, etc…?

Oliver Serrano León.

TIENE USTED DEMASIADA FORMACIÓN

En las últimas décadas hemos asistido a un cambio bastante significativo en relación a la formación. Tal y como hablábamos en otro post, hacia la mitad del siglo pasado estudiar en la universidad era en muchas ocasiones algo difícil de asumir para muchas familias , pero en todo caso licenciarse o diplomarse era un camino casi seguro para obtener un mayor status social, laboral y económico.

Pasados los años, la Universidad se ha convertido en el refugio de muchos estudiantes por varias razones: en primer lugar, las políticas educativas de los últimos años han favorecido el acceso, ya sea mediante becas u otro tipo de ayudas e incentivos; por otro lado, haciendo referencia al status, muchas familias han luchado para que sus hijos accedan a una formación superior, y en tercer lugar, la formación profesional en España está mal vista, aunque mucho menos de lo que estaba antes, pero se sigue viendo como una formación “para el que no vale para estudiar”.

¿Qué ha provocado esta situación? Simplemente un desajuste entre la oferta y la demanda en el mercado de trabajo; muchos empresarios buscan trabajadores cualificados que no existen, y por otro lado, miles de universitarios que no encuentran trabajo relacionado con la formación que han estudiado.

Este contexto actual, bajo mi opinión, ha favorecido a la aparición de dos fenómenos:

1. El opositor multiformado o sobreformado. Por mi experiencia como orientador, he podido comprobar cómo en los últimos años muchísimos licenciados y diplomados universitarios han decidido presentarse a oposiciones a la Administración Pública, pero a puestos de trabajo con una categoría muy inferior ( lo más habitual es que se presenten al antiguo grupo D, auxiliares administrativos, actualmente grupo C2). Estas personas llegan a hartarse de la situación actual y prefieren optar por un puesto discreto pero estable en el tiempo.

2. La competencia entre los propios trabajadores. Lógicamente, si los universitarios se presentan a puestos de categoría inferior, comienza una competición entre personas con graduado en secundaria, bachillerato, formación profesional y los ya nombrados universitarios. Lo normal sería que a este tipo de puestos se presentaran aquellas personas que tienen sólo la cualificación necesaria, pero en la actualidad TODOS compiten por esos puestos. Por otro lado, en el mercado de la empresa privada también existe una carrera de fondo; por ejemplo, cuando se hizo la selección para una muy conocida cadena de grandes almacenes en la provincia donde resido, de los 1000 trabajadores seleccionados para puestos de perfil comercial había muchísimos universitarios (otra cuestión a discutir sería el por qué se escogieron a tantas personas que superaban ampliamente el perfil formativo requerido; muchos de ellos se fueron de la empresa al cabo del tiempo).

En resumen, se da una situación cuanto menos paradójica: los universitarios invierten gran tiempo de su vida en formarse para luego competir con trabajadores con una cualificación muy inferior a la suya; sin embargo, peor lo tienen éstos últimos, ya que no pueden competir con empleados de una titulación superior a la suya, a no ser que hayan desarrollado las competencias profesionales a lo largo de su carrera, y siempre y cuando estemos hablando de la empresa privada, nunca en el caso de las administraciones públicas.

¿Qué podemos hacer para equilibrar el mercado de trabajo?

¿Por qué sigue teniendo mala fama la formación profesional en España?

¿Estamos orientando bien a los estudiantes y futuros trabajadores?

Oliver Serrano León

¿NOS ENGAÑARON CON LA FORMACION UNIVERSITARIA?

Nací en el año 1977, en plena transición hacia la democracia española. En aquellos años, mucha gente había emigrado a otros países en plena expansión industrial (por ejemplo, Alemania), con el fin de obtener un mejor trabajo, y por ende, la mayoría de las veces una mejor remuneración. Por otro lado, algunos de nuestros padres habían logrado acceder a estudios universitarios que les iban a otorgar un buen status socioeconómico.

Estas personas, nacidas en los años 40, 50 y 60, nos inculcaron cuando éramos pequeños lo importante que era estudiar una carrera para tener un buen futuro, ya que sin formación no íbamos a llegar a ninguna parte. Muchos de ellos trabajaron el doble y se endeudaron con el fin de poder pagarnos la matrícula de la Universidad. Nosotros, los que acabamos la carrera en los años 90, ya percibíamos de alguna manera que una carrera quizás no era suficiente, así que tirábamos un poco más del bolsillo de los progenitores o de nuestros ahorros para pagarnos un buen master.

En resumen, éramos jóvenes y supuestamente altamente cualificados. Teníamos la idea de que con ese master accederíamos al mercado de trabajo con menor dificultad y podríamos conseguir un puesto de trabajo acorde con nuestra formación y nuestras expectativas. Pero al comenzar a buscar trabajo, muchos veíamos una de las mayores dificultades: todos aquellos que habíamos decidido estudiar una carrera no cabíamos en ese mercado de trabajo; los abogados empezaban a trabajar de administrativos en gestorías, los diplomados en turismo de botones o recepcionistas en cualquier hotel, los psicólogos de educadores o auxiliares de pisos tutelados, los físicos, biólogos o químicos dando clases particulares en domicilios, etc…

Todo esto me recuerda a lo que ha pasado en el sector de la construcción: mucha oferta de pisos para poca gente que quiere comprar. ¿Hay crisis también en la formación?

No creo que sea eso, más bien una inadecuación del producto que llega al mercado. Un ejemplo claro lo tenemos en el sector de la hostelería; muchos dueños de hoteles de cierta categoría, prefieren contratar para la recepción a una persona con una formación discreta y con buena presencia, pero que domine varios idiomas, a una persona con un Diplomatura en Turismo, un master en gestión de cadenas hoteleras pero que hable chapuceramente el inglés. (En Canarias, región donde una gran parte de los ingresos provienen del turismo, la Diplomatura de Turismo es una de las titulaciones universitarias con más paro: ver OBECAN ).

Por otro lado, nuestros padres no conocían en aquella época los conceptos de aptitudes, actitudes, saber hacer, saber ser….que hoy en día tienen vital importancia en los procesos de selección de personal. En la actualidad se tienen en cuenta otros muchos factores independientemente de la carrera que hayamos estudiado: el que tengamos una carrera terminada no significa que sepamos cómo ejecutar las tareas, dominio de habilidades sociales o que poseamos la imagen que nos pide la empresa. El problema es que este tipo de habilidades y competencias, por lo general, no se enseñan en la universidad.

En último lugar, desde hace bastante tiempo hemos asistido a una separación radical del mundo de la empresa y la Universidad: muchas titulaciones están desfasadas, las prácticas son escasas y en general, lo que nos encontramos en el mercado dista mucho de lo aprendido en la carrera, obligándonos a aprender muchas cosas por nuestra cuenta o a través de la formación ocupacional.

En resumen, tenemos por delante el objetivo de superar una crisis, pero no sólo la económica, sino una crisis del sistema universitario que ha provocado que cientos de miles de jóvenes titulados no encuentren su sitio en el mercado. Los objetivos son claros: evitar la masificación de titulados y conseguir una mayor adecuación de las competencias de éstos con respecto a las demandas de los empresarios.

¿Será posible?

O.S.L.

p.d. Leer más sobre este asunto aquí y aquí